
Pregunta:
Respuesta:
Lo que usted cita se conoce como una doxología, un breve himno de alabanza a Dios, en este caso, “Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria ahora y por siempre”.
San Pablo usa doxologías en Romanos 16:27 y 1 Timoteo 1:17. Tales doxologías eran una forma común de culminar las antiguas oraciones judías, por ejemplo, Salmo 41:13: “¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde el siglo hasta el siglo! Amén y Amén”.
Sin embargo, en Mateo 6 y en otras partes de las Escrituras, la doxología que se escucha como un complemento al Padrenuestro en las Misas de hoy no está presente en los manuscritos bíblicos más antiguos.
La adición de la doxología al Padrenuestro comenzó en la Iglesia primitiva, como lo demuestra su mención en el Didache (En griego, “Enseñanza:”), que pretende ser la “Enseñanza de los Doce Apóstoles” y fue escrita a finales del siglo I o principios del II (Didajé 8, 2). Y como podemos ver, aunque no es estrictamente bíblico, agregar la doxología al final del Padrenuestro ciertamente tiene raíces bíblicas y otras raíces judías.
Esta doxología se añadió a manuscritos bíblicos posteriores y se convirtió en un lugar común entre los cristianos protestantes culminar el Padrenuestro en recitaciones públicas, una aceptación irónica e involuntaria de la tradición católica.
Finalmente, como también se puede observar, la incorporación de la doxología en el rito de la Misa emitido después del Vaticano II no es una concesión al protestantismo, sino más bien una restauración de una práctica litúrgica de la Iglesia primitiva.
Para obtener más información sobre este tema, consulte esta presentación de Padre William Saunders, sacerdote de la Diócesis de Arlington, Virginia.