
Pregunta:
Respuesta:
Esta es la única excepción en el Nuevo Testamento donde el Espíritu Santo se da sin el sacramento del bautismo. Pero la excepción era apropiada, dada la necesidad de una demostración pública de la aprobación de Dios a la admisión de los gentiles en la Iglesia sin las condiciones de someterse a las leyes ceremoniales judías.
Las dos intervenciones divinas anteriores fueron subjetivas: la visión de Pedro (Hechos 10:9-16) y la visión de Cornelio (Hechos 10:3-7). Con la evidencia pública de la aprobación de Dios, los cristianos judíos en Jerusalén que dudaban en admitir a los gentiles en la Iglesia (Hechos 11:2, 3) ya no podían oponerse razonablemente a su admisión. Muchos cesaron en su oposición (Hechos 11:4-18), pero unos pocos extremistas permanecieron (Hechos 15:1-2), lo que dio lugar al Concilio de Jerusalén, donde Pedro resolvió el debate (Hechos 15:6-29).
Los protestantes normalmente utilizan este evento para socavar la creencia católica de que el bautismo es necesario para la salvación. Pero tal intento es inútil. La Iglesia Católica reconoce que Dios no está “obligado por sus sacramentos” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1257). Dios puede administrar las gracias de la salvación aparte de los sacramentos de maneras que sólo él conoce (ver CIC 848). Sólo están obligados aquellos a quienes los sacramentos han sido revelados (ver CIC 847). Por lo tanto, el bautismo es el ordinario medio de salvación (ver 1 Pedro 3:21).