
Pregunta:
Respuesta:
No, no hubo borrón y cuenta nueva. Los concilios ecuménicos siempre se convocan por un motivo o motivos específicos. Por ejemplo, el Concilio de Nicea fue convocado para abordar la herejía arriana, que negaba la divinidad de Jesucristo. De manera similar, el Concilio de Trento fue convocado para abordar las consecuencias eclesiásticas iniciadas por las acciones de Martín Lutero y otros neoprotestantes.
Lo mismo ocurrió con el Concilio Vaticano II. Como dijo el Papa Juan XXIII en su discurso de apertura en octubre de 1962, “El interés supremo del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado de manera cada vez más eficaz”.
La enseñanza del depósito de la fe de forma cada vez más eficaz recibió con el tiempo diversas expresiones, incluidas las constituciones dogmáticas sobre la Iglesia (Lumen gentium) y Revelación Divina (Dei Verbo).