
Pregunta:
Respuesta:
Lo único que le interesa a la Iglesia es que sus hijos puedan obedecer la ley de Cristo con libertad y comprensión. Las diversas teorías sobre las predisposiciones psicológicas que pueden llevar a alguien a desear la unión sexual con una persona de su propio sexo no pertenecen directamente a la enseñanza católica. El Catecismo es claro en este punto, es decir, que la Iglesia no hace afirmaciones de naturaleza psicológica sino que simplemente señala que la actividad sexual deliberadamente no procreativa es gravemente incorrecta, cualquiera que sea el sexo de quienes se relacionan entre sí de esta manera. Después de todo, muchos de los actos que las personas realizan con otras de su mismo sexo también los realizan, e igualmente erróneamente, muchas otras personas de su sexo opuesto.
A la Iglesia no le interesa caracterizar a los primeros, por ejemplo, como psicológicamente enfermos y a los segundos como “normales” pero sólo inmorales. Ambos están equivocados, ambos pueden actuar a partir de predisposiciones que necesitan superar. Si acuden a un consejero para que les ayude con sus predisposiciones, son libres de hacerlo, pero la Iglesia no avala ni exige ninguna forma particular de terapia. Su utilidad o eficacia debe evaluarse como cualquier otro tratamiento.
En cualquier caso, la Iglesia nunca ha caracterizado las tentaciones sexuales como enfermedades psicológicas. Algunas personas pueden tener tentaciones debido a sus problemas psicológicos, pero otras pueden ser tentadas a realizar los mismos actos y no tener otros problemas que la debilidad de la naturaleza caída. La Iglesia sólo quiere que los hombres y las mujeres sean libres y castos y se muestren siempre su amor mutuo, pero de manera compatible con la ley de Cristo.