
Pregunta:
Respuesta:
La psicología moderna ha validado en gran medida la idea de que muchos comportamientos se transmiten de generación en generación. La medicina siempre ha sabido que esto ocurre con muchas afecciones corporales. Esto implica cosas buenas y malas. Por lo tanto, está claro que la Divina Providencia gobierna la vida humana de tal manera que incluye también el paso de las cosas buenas y malas de una generación a la siguiente. De hecho, una doctrina cristiana fundamental y esencial, la doctrina del pecado original, es tal enseñanza. Así que no hay nada que distinga el Antiguo y el Nuevo Testamento a este respecto.
Simplemente, bajo el Nuevo Testamento los medios para superar un mal heredado o para hacer el mejor uso de un bien heredado serían más poderosos y eficaces. Quizás sea por esta razón que en el Nuevo Testamento no enfatizamos el aspecto generacional de las cualidades humanas como lo haríamos sin las ayudas y remedios que poseemos.
Una cosa es segura: la culpa moral personal no se puede heredar, incluso si algunos de los efectos de la culpa moral personal sí pueden serlo. Usted señala con razón que el texto de Juan 9: 1-3 no excluye la posibilidad de que un castigo se transmita de una generación a otra. De hecho, la enseñanza de Nuestro Señor de que fue para la gloria de Dios que el hombre naciera ciego tendría que ser cierta, incluso si una de las razones de su ceguera hubiera sido el castigo o la corrección de sus padres. Bien se puede imaginar, por ejemplo, a un niño que nace con algún defecto debido al comportamiento insalubre o inmoral de su madre durante su embarazo, superando ese defecto con valentía para que la obra de Dios se manifieste en él a través de Cristo.