
Pregunta:
Respuesta:
Los manuales tradicionales de teología moral prescribían, como mínimo de asistencia para cumplir con la obligación de la Misa dominical, el tiempo desde la ofrenda del pan hasta la recepción por parte del sacerdote de la Preciosa Sangre en su comunión. Esto se debió a que esos límites representan estrechamente dentro de la liturgia la esencia teológica de la Misa: el ofrecimiento de la materia, su consagración y su recepción por parte del sacerdote sacrificante.
Aunque este mínimo cumpliría estrictamente la obligación, no es en absoluto lo que la Iglesia pretende para sus miembros. Debemos asistir a toda la Misa y llegar tarde o salir temprano sólo cuando haya alguna necesidad urgente de hacerlo.
Hoy en día se oye a veces que el mínimo incluiría la lectura del Evangelio. Hay una buena razón para esto desde el punto de vista litúrgico, ya que el Evangelio es el elemento más importante de la Misa para preparar a los fieles a la celebración del sacrificio, pero no sería razonable decir que alguien que asistió al menos desde el ofertorio hasta la comunión del sacerdote no cumplió con la obligación. Pero lo reitero: normalmente la obligación incluye toda la Misa, no sólo sus partes más esenciales.