
Pregunta:
Respuesta:
La pecaminosidad de exceder el límite de velocidad depende de las circunstancias. No es una ley inherentemente buena o mala. Conducir a 56 mph en una zona de 55 mph no es intrínsecamente malo ni representa ningún peligro para nadie. Mantenerse al día con el tráfico es otra situación en la que superar el límite a veces es más seguro que seguirlo.
Ser imprudente y hacer caso omiso de la seguridad propia y de los demás es pecado, como usted reconoce.
Sin embargo, incluso cuando no excedemos el límite de velocidad de manera peligrosa, podemos poseer actitudes que son pecaminosas. El desprecio por la ley y la autoridad legítima es pecaminoso. También es peligrosa la actitud de que ciertas reglas “no se aplican a mí”. Es poco probable que tales actitudes se limiten únicamente a la cuestión de los límites de velocidad, sino que ésta es sólo un área donde estas actitudes subyacentes salen a la superficie. Si no controlamos estas actitudes cuando ocasionalmente surgen, saldrán a la superficie en más y más áreas de nuestras vidas.
No puedo decir que cada kilómetro que alguien conduce por encima del límite de velocidad sea un barómetro de su orgullo, desprecio, etc. Tratamos de conducir con seguridad y a veces excedemos un poco el límite y eso no es necesariamente pecaminoso, pero siempre debemos tener una sano respeto por la ley y por quienes la hacen cumplir.