
Pregunta:
Respuesta:
La Escritura llama "infierno" a la morada de los muertos, a la que descendió Cristo muerto, Seol en hebreo o Hades en griego, porque quienes están allí están privados de la visión de Dios. Así sucede con todos los muertos, sean malos o justos, mientras esperan al Redentor: lo que no significa que su suerte sea idéntica, como muestra Jesús a través de la parábola del pobre Lázaro, que fue recibido en el “seno de Abraham”: “Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Salvador en el seno de Abraham, las que Cristo el Señor libró cuando descendió a los infiernos”. Jesús no descendió al infierno para liberar a los condenados, ni para destruir el infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que lo habían precedido. (Catecismo, 663)
En este caso, el “infierno” no es la morada de los condenados sino simplemente la morada de todos los muertos antes de que se abrieran las puertas del cielo. Este es el Seol descrito por el Antiguo Testamento y del que habla Jesús en Lucas 16:22-26.