
Pregunta:
Respuesta:
A veces guerras están un castigo por el pecado. El Antiguo Testamento vincula explícitamente varias invasiones de Israel con el pecado de la nación, especialmente el pecado de idolatría (Jueces 2:14-15, 5:8, 2 Reyes 15:37, 1 Crónicas 5:26). Este principio se aplica también a las naciones gentiles. El Pentateuco (los primeros cinco libros de la Biblia; Torah a los judíos) enseña que el pueblo cananeo, que vivía en la Tierra Prometida antes de Israel, iba a ser juzgado por Dios por sus pecados. Por eso Dios permitió que los israelitas conquistaran a los cananeos (Lv 18:24-28).
A veces las guerras pueden no ser castigos por el pecado. Lucas 13:1-5 establece un principio general para evaluar la causa de un desastre. Cristo nos dice que simplemente porque un grupo determinado de personas fue golpeado por un desastre, esto no significa que fueran peores pecadores que aquellos que se salvaron. Cristo enseña que todos debemos arrepentirnos o nosotros también pereceremos (Lc 13:5).
Esto tampoco significa que no haya diferencias entre los pecados de un hombre y los de otro. Todos somos pecadores (1 Jn 1:8), pero no somos igualmente pecadores graves. Algunos pecados son peores que otros (1 Jn 5-16), y algunas personas merecen más castigo que otras (Lc 17-12).