
Pregunta:
Respuesta:
“Porque la vida de cada criatura es su sangre; por eso he dicho al pueblo de Israel: No comeréis la sangre de ninguna criatura, porque la vida de toda criatura es su sangre; cualquiera que lo coma será cortado” (Levítico 17:14).
En resumen, como señaló Jesús, vino a cumplir la ley, no a violarla ni abrogarla (Mateo 5:17). Beber la sangre de un animal estaba prohibido en los tiempos del Antiguo Pacto porque estaba apartado como ofrenda por el pecado, como vemos, por ejemplo, en los sacrificios de Yom Kippur (Día de la Expiación) discutidos en Levítico 16. Si uno consumía dicha sangre, estaba diciendo, en efecto, que no necesitaba expiación y/o que estaba buscando los atributos del animal, es decir, siendo atraído hacia abajo al nivel de una bestia al buscar, digamos, la fuerza de un toro.
Al cumplir todos los sacrificios del Antiguo Testamento, incluido el sacrificio de la Pascua en el que los corderos no sólo eran ofrecidos sino también comidos, Jesús nos invita a comer su cuerpo y beber su sangre para que podamos tener vida eterna, siendo divinizados (2 Ped. 1:4) y siendo así levantado hacia arriba a una vida superior en él.
Para obtener más información sobre este tema, consulte esta respuesta católica.