Pregunta:
Respuesta:
Dios dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra. . .” (Génesis 1:28). El Catecismo de la Iglesia Católica enseña: “La Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas un signo de la bendición de Dios y de la generosidad de los padres” (CIC 2373). Entonces, ¿significa esto que tener una familia numerosa es responsabilidad moral de cada pareja casada? La respuesta es no. De hecho, el tamaño de la familia no es en absoluto una cuestión de moralidad, pero sí lo son tanto la apertura a los niños como la planificación familiar responsable.
Es importante comprender que engendrar y criar hijos es uno de los propósitos principales del matrimonio. El Catecismo explica: “La alianza matrimonial, por la cual el hombre y la mujer establecen entre sí una sociedad para toda la vida, está ordenada por su naturaleza al bien de los cónyuges y a la procreación y educación de la descendencia” (CIC 1601). . “La fecundidad es un don, un fin del matrimonio, pues el amor conyugal tiende naturalmente a ser fructífero. Un hijo no viene de fuera como algo añadido al amor mutuo de los esposos, sino que brota del corazón mismo de ese don mutuo, como fruto y realización de éste” (CIC 2366).
Dicho esto, las parejas tienen la obligación moral de planificar sus familias de manera responsable.
Un aspecto particular de esta responsabilidad se refiere a la regulación de la procreación. Por razones justas, los cónyuges pueden desear espaciar los nacimientos de sus hijos. Es su deber asegurarse de que su deseo no esté motivado por el egoísmo, sino que esté en conformidad con la generosidad propia de una paternidad responsable. (CCC 2368)
En última instancia, el tamaño de la familia debe estar determinado por la procreación responsable en cooperación con el amor de Dios Creador (cf. CIC 2367).