
Recientemente estuve buscando en Internet información apologética sobre el enfoque de la Iglesia hacia la Biblia a lo largo de la historia. Me encontré con un mensaje que había sido publicado en una lista de correo de apologética el invierno pasado preguntando sobre una cita que parecía bastante sospechosa sobre varios obispos que criticaban al Papa Julio II y lo animaban a mantener la Biblia fuera del alcance de los laicos. Este es el texto de los obispos citado en línea:
“De todos los consejos que podemos ofrecerle a Su Santidad, hemos dejado para el final los más necesarios. Es necesario abrir bien los ojos y emplear toda la fuerza posible en la materia, es decir, permitir la lectura del Evangelio lo menos posible, especialmente en lengua vernácula, en todos aquellos países bajo vuestra jurisdicción. Que sea suficiente la pequeña parte del Evangelio que se suele leer en la Misa, y que a nadie se le permita leer más. Mientras la gente esté contenta con esa pequeña cantidad, sus intereses prosperarán, pero tan pronto como la gente quiera leer más, sus intereses empezarán a fracasar. La Biblia es el libro que, más que ningún otro, ha levantado contra nosotros los tumultos y tempestades por los que casi hemos perecido. De hecho, si alguien examina detenidamente y compara las enseñanzas de la Biblia con lo que ocurre en nuestras iglesias, pronto encontrará discordia y se dará cuenta de que nuestras enseñanzas a menudo son diferentes de la Biblia y, con más frecuencia aún, contrarias a ella. Y si la gente se da cuenta de esto, nunca dejarán de desafiarlos hasta que todo quede al descubierto y entonces seremos objeto del desprecio y el odio universal. Por lo tanto, es necesario retirar la Biblia de la vista del pueblo, pero con extrema precaución, para no causar rebelión”.
Es una afirmación que aparentemente es bastante popular entre ciertos anticatólicos como “prueba” de que el papado ha utilizado todos los medios posibles para impedir que la gente lea la Biblia. Las personas que hicieron esta afirmación dijeron que la cita relevante estaba contenida en un manuscrito conservado en la Biblioteca Nacional Francesa en París.
Toda la cita me pareció bastante extraña y sospechosa. Como hablaba francés con fluidez, decidí enviar un correo electrónico al mostrador de referencias de la Biblioteca Nacional para averiguar la verdad. El bibliotecario de referencia me respondió un correo electrónico. Esto es lo que tenía que decir:
“El texto sobre el que usted pregunta es una crítica al papado en estilo satírico, publicada en 1553, bajo el título Consilium quorundam episcoporum Bononiae congregatorum quod de ratione stabiliendae Romanae ecclesiae Iulio PM datum est. [Habiendo sido convocado el consejo de ciertos obispos de Bolonia con el fin de estabilizar la iglesia romana (que) fue dado a Julio, P(ontifex) M(aximus) .]
Su autor, Paolo Pietro Vegerio (1498-1565), fue obispo de Modrusch, luego de Capo d'Istria, de donde partió para unirse a la Reforma hacia 1549. En él pinta un cuadro de tres obispos asesorando al Papa Julio II sobre la mejor manera de restablecer la autoridad del papado. Entre los consejos que le dan está la introducción de nuevas ceremonias (que se describen con gran detalle), así como la destrucción de Biblias traducidas a cualquier idioma vivo.
“Este texto es una de las muchas obras publicadas por Vegerio en el marco de las violentas polémicas con las que se opuso al papado tras su ruptura con la Iglesia de Roma [el bibliotecario cita un estudio alemán escrito en 1893]. Desde entonces se ha utilizado en numerosos debates entre católicos y protestantes. Fue así como Paul Besson publicó extractos del folleto original, más o menos modificados de la traducción francesa, en su Consulta de trois évêques sur les moyens de soutenir l'Eglise romaine présentés au papa Jules II en 1553, [Consulta de tres obispos sobre los medios de sostener a la Iglesia Romana presentada al Papa Julio II en 1553] Rouillac, 1884 (extracto de Testigo de la verdad), así como por la revista Verdad, publicado en Jerusalén, en su edición del 3 de noviembre de 1911. No disponemos de un ejemplar de esta revista en la Biblioteca Nacional de Francia.
“Dado que solicitudes similares a la suya han sido bastante comunes a lo largo de los años, hemos preparado versiones en microfichas de tres ediciones diferentes de esta obra, y puede solicitar copias a nuestro Servicio de Fotografía”. Continúa enumerando las citas bibliográficas de las tres ediciones en latín y francés de la colección de su biblioteca, que están disponibles para inspección pública.
Esto me pareció extremadamente útil, ya que aclara que esto es no está (como se afirma) es un “documento histórico”, sino simplemente una pieza creativa de ficción escrita por un obispo rebelde para burlarse del papado y de la Iglesia católica después de su propia deserción.