Como muchos de ustedes saben, recientemente me uní al personal de Catholic Answers y su equipo de talentosos apologistas. En el proceso de compartir la noticia con familiares y amigos, he notado un patrón común en su reacción. “Entonces, ¿eres un apologista católico?” “¿Qué es eso exactamente?” “¿Eso significa que andas disculpándote con los demás por ser católico?”
Para mí está claro que esto es una desventaja de ser un apologista profesional. Lamentablemente, la mayoría de la gente simplemente no está familiarizada con la apologética. Durante años he sido identificado como un evangelista. La gran mayoría de la gente entiende eso. Entienden que un evangelista evangeliza. Entonces es lógico que un apologista se disculpe, ¿verdad? Bueno no. No de la manera que la mayoría de la gente piensa.
La comprensión moderna de la palabra. disculpa llevaría a creer que un apologista es alguien que anda por ahí diciendo que se arrepiente de lo que cree. Sin embargo, el término apologista se deriva de la palabra griega clásica apología, lo que significa una explicación o defensa formal. En el antiguo sistema jurídico griego, la fiscalía era responsable de presentar la categoría (acusación o cargo) a lo que el acusado respondió con una apología (una explicación formal, defensa o refutación).
El término apología aparece varias veces en el Nuevo Testamento y se emplea en el contexto de convencer y persuadir a los incrédulos de las afirmaciones de verdad de la Iglesia que Cristo fundó.
En los Hechos de los Apóstoles leemos que San Pablo, después de ser golpeado y arrestado, se dirige al tribunal con estas palabras: “Hermanos y padres, escuchad mi defensa [apología] que ahora hago delante de vosotros” (Hechos 22:1). En su primera carta a los Corintios, el Apóstol de los Gentiles emplea una vez más el mismo término cuando exclama: “Esta es mi defensa [apología] a los que quisieran examinarme” (1 Cor. 9:3). En su epístola a los Filipenses, San Pablo encarcelado reflexiona sobre su tarea de ofrecer una “defensa [apología] del evangelio” (Fil. 1:16). En la primera epístola de San Pedro, tenemos posiblemente el versículo más comúnmente citado relacionado con la apologética y el mantra de todos los apologistas cristianos: “Esté siempre preparado para hacer una defensa [apología] a cualquiera que os pida cuentas de la esperanza que hay en vosotros, hacedlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pedro 3:15).
En definitiva, un apologista católico no es alguien que pide disculpas por las enseñanzas, creencias, doctrinas y prácticas de la Iglesia católica, sino que se dedica a explicarlas y defenderlas con caridad y claridad. Ahora, si pudiera encontrar una manera de incluir eso en mi tarjeta de presentación.