Hoy es el aniversario del nacimiento de Adlai Stevenson II (1900-1965), gobernador de Illinois y dos veces candidato presidencial por el Partido Demócrata. Su último papel político fue el de embajador estadounidense ante las Naciones Unidas.
En su época, Stevenson era considerado una especie de intelectual entre los políticos; ciertamente sería considerado así hoy. No fue el mejor juez de carácter (en 1949 testificó en una audiencia en el Congreso en defensa de Alger Hiss) ni el mejor juez de mobiliario. Al pasar la noche en la Casa Blanca cuando Harry Truman era presidente, Stevenson fue alojado en el Dormitorio Lincoln. Asombrado por su entorno, no podía dormir en la cama, por lo que durmió en el sofá, sin darse cuenta de que la cama no era de la época de Lincoln, pero el sofá sí.
Esta historia puede ser apócrifa: se dice que durante su primera campaña contra Dwight Eisenhower, en 1952, una mujer se acercó a Stevenson y le dijo efusivamente: "¡Gobernador, toda persona pensante votará por usted!". Stevenson respondió: “Señora, eso no es suficiente. Necesito una mayoría”.
Mejor atestiguada es una frase que dio cuando lo presentaron en una convención religiosa durante su fallida campaña de 1956. El anfitrión de Stevenson comentó que el candidato había sido invitado simplemente por cortesía y que Norman Vincent Peale, el autor de El Poder del Pensamiento Positivo, ya había dado instrucciones a los asistentes para que votaran por Eisenhower. Stevenson bromeó: “Hablando como cristiano, encuentro atractivo al apóstol Pablo y espantoso al apóstol Peale”. (Técnicamente, Stevenson no era cristiano; era unitario).
Hablando de Peale: Durante la campaña presidencial de 1960, cuando Peale estaba cerca de la cima de su popularidad, sacó el garrote anticatólico y dijo: “Ante la elección de un católico, nuestra cultura está en juego”. Fue condenado rotundamente por políticos de ambos partidos y se retractó de sus comentarios.
Ojalá la línea de Peale pudiera aplicarse con precisión contra un futuro candidato presidencial. Sería maravilloso ver nominado a alguien que se adhiere tan estrechamente a la enseñanza católica que realmente pondría “en juego” nuestra cultura enferma. Pero eso no sucederá. Si bien lo encontraría atractivo, la mayoría de los estadounidenses lo encontrarían atroz.