

Wolstan, santo, benedictino y Obispa de Worcester, b. en Long Itchington, Warwickshire, England, alrededor de 1008; d. murió en Worcester el 19 de enero de 1095. Educado en las grandes escuelas monásticas de Evesham y Peterborough, combatió y superó resueltamente las tentaciones de su juventud y entró al servicio de Brithege. Obispa de Worcester, quien lo ordenó sacerdote alrededor de 1038. Rechazando todo ascenso eclesiástico, se convirtió en novicio en el gran priorato de Worcester, y después de ocupar varios cargos en el monasterio se convirtió en prior de la catedral allí. Ocupó este cargo, edificando a todos con su caridad, santidad de vida y estricta observancia de las reglas, hasta 1062, cuando la sede de Worcester quedó vacante debido a la traducción de Obispa Aldred al Arzobispado de York. Dos cardenales romanos, que habían sido invitados de Wolstan en Worcester durante Cuaresma, recomendó al santo prior al rey Eduardo para la sede vacante, a la que fue consagrado el 8 de septiembre de 1062. No era un hombre de especial conocimiento ni de gran intelecto, dedicó toda su vida al cuidado de su diócesis, visitando, predicando, y confirmando sin interrupción, reconstruyendo su catedral en el sencillo estilo sajón, plantando nuevas iglesias por todas partes y conservando los hábitos personales ascéticos que había adquirido en el claustro. Su vida, a pesar de sus asiduos trabajos, fue de continua oración y recogimiento; el Salmos siempre estaban en sus labios y recitaba Oficio divino En voz alta con sus asistentes mientras recorría el país en cumplimiento de sus deberes episcopales, Wolstan fue el último obispo inglés nombrado bajo un rey sajón, el último representante episcopal del Iglesia of Bede y de Cuthbert, y el vínculo entre éste y el Iglesia of Lanfranco y Anselmo. Después de la Conquista, cuando casi todos los nobles y clérigos sajones fueron privados de sus cargos y honores en favor de los normandos, Wolstan conservó su sede y gradualmente se ganó la estima y la confianza de ambos. Lanfranco y del propio Conquistador. Edred de Rievaulx cuenta la leyenda de que le pidieron que dimitiera de su obispado y de que colocó su báculo sobre la tumba de Eduardo I. Confesor en Westminster. El báculo permaneció inamovible: una señal del cielo, según se creía, de que el santo obispo conservaría su sede. Sobrevivió a ambos William el conquistador y Lanfranco, y fue uno de los consagradores de San Anselmo.
HUNTER-BLAIR.