

Oración-Libros. —Por “libros de oraciones” el uso generalmente entiende una colección de formas de oración destinadas a la devoción privada y, en tanto, distintas de los “libros de servicios” que contienen los formularios litúrgicos utilizados en el culto público. En el Iglesia of EnglandPor supuesto, la liturgia oficial se titula “La Libro de Oración Común” o más compendiosamente el “Oración Libro”, pero esta es una excepción. De los libros de oraciones en el sentido definido, los primeros Cristianas Los siglos no nos han dejado ningún espécimen, y tampoco podemos estar seguros de que existiera alguno. La obra a veces conocida como “Obispa serapio's Prayerbook” (trad. inglesa de J. Wordsworth, 1899) y compilado probablemente por un obispo egipcio con ese nombre en el siglo IV debería describirse más bien como un Pontificio o Euchologium que como un libro de oraciones, y ciertamente no fue destinado a la devoción privada. Por otra parte, encontramos rastros de composiciones aisladas, a veces en prosa, a veces en una forma métrica que tal vez les permita ser consideradas más bien como himnos, que con toda probabilidad no estaban destinados a ser utilizados en la iglesia, y no hay nada en la naturaleza de las cosas que podría hacer improbable que individuos hayan copiado estas y otras oraciones más litúrgicas en un volumen como ayuda a la piedad. Así, se han recuperado de papiros enterrados una o dos oraciones o himnos del siglo III o IV (véase Wessely, “Les plus anciens Monuments du Christianisme”, París, 1906, págs. 195 y 205). Un ostracón de un monasterio copto en De reli-Bahri conserva en griego lo que equivale prácticamente a un equivalente del siglo VI del Ave María, aunque esto puede ser litúrgico (ver Crum, “Coptic Ostraca”, 1902, p. 3), mientras que dos largas oraciones atribuidas anteriormente a San Cipriano, pero probablemente del siglo V, son especialmente dignas de mención debido a la luz. arrojan sobre ciertos desarrollos tempranos de Cristianas arte (ver K. Michel, “Gebet and Bild in friihchristlicher Zeit”, 1902, pp. 3-7). Pero, en general, los cristianos de los primeros siglos probablemente descubrieron que la Salmos suficiente para las necesidades de la devoción tanto privada como pública (cf. Casiano, “De coenob. inst.”, II, v, PL, XLIX, 34; Eusebio, “In Psalm.” en PG, XXIII, 647), y Es significativo que una gran proporción de los libros de piedad supervivientes pertenecientes a los primeros tiempos Edad Media que fueron copiados para uso privado son simplemente salterios, a los que se añaden suplementos devocionales de diversa índole, por ejemplo las letanías, el Gloria, el Credo, Credo de Atanasio etc., se añadieron con una frecuencia cada vez mayor.
Algunos de estos libros de oraciones del salterio se han conservado felizmente hasta nosotros, probablemente debido a sus iluminaciones, ornamentación o encuadernación, mientras que las copias más sencillas pertenecientes a propietarios menos exaltados han desaparecido por completo. El salterio del emperador Lotario (c. 845) es uno de los más antiguos y famosos, pero también hay un manuscrito similar que perteneció a Carlos el Calvo y que ahora se conserva en París y dos bellísimos salterios de San Galo, uno de ellos conocido como “psalterium aureum”, obra del célebre escriba Sindram y perteneciente a principios del siglo X. En las bibliotecas inglesas se pueden encontrar libros devocionales similares. El antiguo salterio del Museo Británico (Cotton MS Vespas., A. 1), que anteriormente se suponía que era uno de los libros traídos por San Agustín de Roma pero realmente escrito en England alrededor de 700, probablemente se considere litúrgico. No es un manual de devoción privada, aunque en el siglo XI se le añadieron una serie de oraciones no litúrgicas. Por otro lado, el volumen de la misma colección, conocido como Salterio del rey Athelstan (siglo IX), parece haber sido destinado a un libro de oraciones, ya que era de tamaño pequeño y se complementó con una serie de oraciones en una versión posterior pero décima. escritura del siglo. Y aquí debe decirse que hasta el momento de la invención de la imprenta, el Salterio, o al menos un volumen que contiene salmos y porciones del Oficio con un suplemento de oraciones diversas, siguió siendo el tipo de manual devocional más preferido por los laicos. . Después de que el rey Alfredo, a la edad de doce o trece años (861), como nos dice Asser, aprendió a leer, “llevaba consigo a todas partes, como nosotros mismos hemos visto a menudo, el Oficio diario (cursum diurnum), es decir, las celebraciones de las horas (celebrationes horarum), y luego ciertos salmos y una serie de oraciones, todo ello reunido en un solo libro que llevaba como compañero inseparable en su seno para ayudarle a orar en medio de todas las contingencias del tiempo. vida". De manera similar leemos en la vida de San Wenceslao (siglo X) sobre el libro de oraciones con orejas de perro (codicellum manuale frecuenta rugosum) que llevaba consigo mientras recitaba continuamente la oración. Salmos y otras oraciones. Estas descripciones parecen aplicarse con bastante precisión a una serie de manuales devocionales que aún se conservan en manuscritos, aunque con bastante frecuencia se transcribió todo el Salterio y no simplemente partes seleccionadas del Oficio. Muchos de los así conservados debieron estar destinados al uso de grandes personajes y, como el famoso “Salterio de Utrecht”, por ejemplo, en el siglo IX, o el salterio de arzobispo Egbert de Trier (m. 993), fueron ilustradas detalladamente y, al menos como en el último caso, ampliadas considerablemente con adiciones devocionales. Aún se conservan al menos cinco salterios de este tipo, que parecen haber pertenecido a San Luis de Francia, siendo más de uno de ellos claramente de factura inglesa, que en los siglos XII y XIII fue muy famosa. Uno de ellos, ahora conservado en Leyden, fue utilizado por el santo en su niñez como libro de lectura elemental, hecho que nos acerca mucho al origen del nombre inglés "primer". Además, pasar del libro completo de los Salmos a una colección de oficios, cuyo principal era el Pequeño Despacho de Nuestra Señora, fue la más natural de las transiciones, y así llegamos al manual que es universalmente reconocido como el gran libro de oraciones de los laicos durante la clausura del Edad Media (ver El Primero).
El tipo salterio, sin embargo, no fue la única forma de manual de devociones privadas que existió en el período carovingio. Aún se conservan de los siglos VIII y IX varias colecciones de oraciones diversas, a menudo con extractos de los Evangelios y más especialmente de la Pasión según los cuatro evangelistas. El códice conocido como “el Libro de Cerne”, escrito aparentemente para Obispa Edeluald de Lichfield (818-30) y ahora conservado en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge, es uno de los más famosos y recientemente se ha vuelto accesible, con valiosas notas del Sr. Edmund. Obispa, en la edición de Dom Kuypers (Cambridge, 1902). Las huellas de las influencias celtas y, como dice el Sr. Obispa señala, de los “síntomas españoles”, son muy marcados en este libro, pero es difícil no admitir que una oración como la “Lorica” (pectoral), que, si bien se parece a la atribuida a San Patricio, es diferente de la y atribuido a cierto Loding, participa en algunos aspectos de la naturaleza de un encantamiento. También hay en el “Libro de Cerne” y en algunas colecciones similares formas de acusación general por confesión, que abarcan casi todos los delitos imaginables, que probablemente tenían como objetivo ayudar al penitente, de la misma manera que podría hacerlo un examen de conciencia moderno. Muy parecido al “Libro de Cerne” es el Libro de Nunnaminster del siglo VIII (MS. Harl. 2965). También contiene la Pasión según los cuatro evangelistas y una variada colección de oraciones no litúrgicas (muchas de ellas relacionadas con la Pasión de Cristo), así como la “Lorica” de Loding. Las características irlandesas y galicanas son muy evidentes, a pesar de que el libro procede de Winchester. Este es aún más el caso de Hari. EM. 7053, un “libro de devociones privadas escrito por una dama irlandesa probablemente monja” fragmentario, y con MS. Reg. 2, A. XX., compilado probablemente en Lindisfarne en el siglo VIII. En todos ellos, a pesar de mucha piedad genuina, hay una pronunciada tendencia a caer ocasionalmente al nivel de encantamientos y hechizos mágicos. Incluso en el continente, estas colecciones de oraciones para uso privado solían tener un color irlandés, como se puede observar, por ejemplo, en el “Libellus Precum” de Fleury del siglo X (impreso por Marten, “De antiq. ecc. ritibus ”, III, 234), aunque predominaron las oraciones extraídas de los Padres, por ejemplo, San Agustín y San Efraín. Alcuino en sus “De Psalmorum Usu” y “Officia per Ferias (FL, CI, 465-612) también hizo colecciones similares. Su disposición de tales devociones según los días de la semana fue especialmente notable, ya que fue notablemente revivida por Simón Verepaeus y otros compiladores de libros de oraciones del siglo VI.
El cariño por el Salmos, incluso cuando estaba disociado de cualquier forma de Oficio, siempre fue una característica notoria en los primeros libros devocionales de los laicos; véase, por ejemplo, el “Liber Orationum” de Carlos el Calvo (siglo IX, editado en Ingolstadt, 1583), en el que, siguiendo el ejemplo de Alcuino, selecciones de la Salmos están hechos para diversas necesidades espirituales, por ejemplo, “Psalmi pro tribulatione et tentatione carnis”, “Pro gratiarum actione”, etc. Sin embargo, cuando, algunos siglos más tarde, se había convertido en costumbre en la mayoría de las órdenes monásticas complementar el Oficio divino con varios “cursus” de la Bendito Virgen, de Todos los santos, de la Santa Cruz, etc., estas excrecencias en la oración oficial de la Iglesia adquirió gran popularidad también entre los laicos y, a la larga, parece haberse sentido que los salmos incluidos en estos pequeños oficios, con el Gradual y penitencial Salmos, era suficiente para las necesidades del profano común. De ahí el “Libro de Horas”, o “|Primero”(qv), como se llamaba en England, reemplazó gradualmente al Salterio en el uso popular. Al mismo tiempo se añadió una inmensa variedad de oraciones al Oficio de Nuestra Señora, que constituía el núcleo de estas “Horae”, de modo que difícilmente dos copias manuscritas de los siglos XIV y XV sean idénticas en su contenido. En el caso de los libros escritos para la devoción de personajes reales y nobles, a menudo se prodigaba la más exquisita habilidad artística en las iluminaciones y miniaturas con las que estaban adornados. Cabe señalar también que con el paso del tiempo se estableció un cierto orden tradicional de temas en las miniaturas de página completa que comúnmente precedían a cada una de las Pequeñas Horas, las Penitencial. Salmos, el Oficio de Difuntos y los demás elementos que componen estos Libros de Horas, pero dar detalles aquí sería imposible. Una breve descripción de algunos de los tesoros artísticos más famosos, por ejemplo las “Horae” de Bona de Luxemburgo (1327) y el de Catalina de Cleves, esposa del duque Arnold de Gelders, es dada por el Padre Beissel en el “Stimmen aus María-Laach”(agosto de 1909) y un relato más general del Dr. MR James en su catálogo de los MSS. del Museo Fitzwilliam (especialmente págs. xxv-xxxviii).
Con la introducción de la imprenta se dio un inmenso estímulo a la producción de manuales de devoción popular. Aparte de una clase de folletos relativamente pequeños y sin importancia (los “Fifteen O's” en inglés, “impresos por orden de la Princesa Elizabeth, Reina de England“, en la imprenta de Caxton en 1490, se puede citar como ilustración), los libros publicados desde 1475 hasta aproximadamente 1530, aunque los nombres diferían apenas variaban en tipo. En Francia y England los “Horae” tenían un dominio indiscutible. Como se explica en el artículo El Primero. ciertos elementos eran constantes, y la materia suplementaria exhibía una tendencia constante a aumentar en volumen y podemos agregar también en extravagancia. En Alemania El libro conocido como “Hortulus Animse” (el pequeño jardín del alma), que parece haber aparecido por primera vez en 1498, gozó de gran popularidad. Pero aunque las “Horae” y el “Hortulus” tendían a diferir algo en su disposición, sus contenidos en esencia eran idénticos y, más particularmente después de que el “Hortulus” fuera publicado en Lyon en 1504, los distintos editores de un único libro no tenían ningún escrúpulo en apropiarse de cualquier rasgo del otro que les agradara. Tanto en las “Horae” como en el “Hortulus” encontramos, al menos en las copias posteriores, casi sin excepción, después del Calendario, el Oficio del Bendito Virgen, extractos de los cuatro Evangelios (ya sean los inicios o los relatos de la Pasión), el Penitencial Salmos, la Letanía de los santos, una larga serie de oraciones al Santo Trinity y las Divinas Personas, a Nuestra Señora y a diferentes santos, mayoritariamente con antífona, versículo y respuesta tomadas de libros litúrgicos, también oraciones para las principales fiestas tomadas del Misal, y particularmente el Oficio de Difuntos y las oraciones por los moribundos. Tanto el “Horne” como el “Hortulus” aparecieron en innumerables ediciones. Ya en el período comprendido entre 1487 y 1498 se sabe que se imprimieron más de sesenta y cinco ediciones de las diferentes “Horae” en Francia solo. Para el adorno de estos volúmenes, que a menudo estaban impresos en pergamino, se requirió el mejor arte del grabador en madera. Las ediciones de las “Horae” de Du Pré, Verard, Pigouchet y Geoffroy Tory, especialmente las realizadas entre 1488 y 1502, pueden figurar entre los ejemplares más bellos de la imprenta en los primeros cien años de su existencia, mientras que la edición alemana Los grabados de los grabadores Schaufelein y Springinklee también tienen su propio encanto. También era una práctica común emplear iluminación manual para añadir más brillo a muchas de las copias impresas en vitela. En lo que respecta a los contenidos, la extravagancia devocional de la época y la competencia entre editor y editor para promocionar sus productos y atraer compradores llevaron a muchos abusos lamentables. Abundan las indulgencias espurias y las promesas fantásticas de todo tipo, e incluso las oraciones que en sí mismas están llenas de piedad y son absolutamente inobjetables; por ejemplo, las oraciones en honor de la Pasión antes mencionadas, que fueron atribuidas a Santa Brígida y eran conocidas en England como las “Quince O”—no están exentos de estas desfiguraciones. Un ejemplo deplorable de tal extravagancia lo presenta un Sarum “Horae” de Thielman Kerver impreso en París en 1510, en el que encontramos afirmaciones como las siguientes: “Alexander el VI Papa de Roma ha concedido a todos los que rezan devotamente esta oración en el culto de Santa Ana y Nuestra Señora y su Hijo Jesús V mil años de perdón por los pecados capitales y XX años por los pecados veniales totiens quotiens”, o también, “Esta oración nuestra Señora mostró a una persona devota, diciendo que esta oración dorada es la más dulce y aceptable para mí, y en su aparición tenía este saludo y oración escritos con letras de oro en su pecho” (Hoskins, “Horae”, 124-5) . Además, para que se diga cierta oración ante una imagen de Cristo crucificado, Papa Se declara que Gregorio III (!) concedió una indulgencia de tantos días como llagas hubo en el sagrado Cuerpo de nuestro Salvador. En otra supuesta concesión de Boniface VIII se menciona una indulgencia de ochenta mil años. En el caso de otras devociones nuevamente se asegura al piadoso lector que si las practica no morirá sin confesión, que Nuestra Señora y su Divino Hijo vendrán a advertirle antes de su muerte, etc. Por supuesto debe recordarse que, En la práctica, no existía censura en los primeros años del siglo XVI. La Congregación del Index no nació hasta después de la Consejo de Trento. De ahí que los libreros de la época anterior a Tridentino fueran libres de publicar casi cualquier extravagancia que pudiera ayudar a vender sus productos. Después de Trento las cosas a este respecto fueron muy diferentes.
Además de las “Horae” y los “Hortuli”, también vieron la luz algunas colecciones de oraciones privadas, generalmente relacionadas con algún tema especial. Reformation veces. Había libros sobre el arte de morir bien, libros sobre el Rosario abundantemente intercalados con meditaciones y oraciones (de estos, los volúmenes del Castillo dominicano, con una imagen de cada una de las ciento cincuenta Avemarías, es quizás el más conocido), libros sobre diversas formas de devoción a la Pasión, por ejemplo, los siete Derrames de Sangre y las siete Caídas: peregrinaciones espirituales que eventualmente tomaron una forma más permanente en el ejercicio del Vía Crucis. Una obra más importante, publicada alrededor de 1498, fue la colección de oraciones llamada "Paradisus Animse". En England Hay pruebas de que la devoción que tanto apreciaban los antepasados de los católicos ingleses en los días de persecución bajo el nombre de “El Salterio de Jesús” se imprimió y vendió por separado ya en 1520, aunque ahora no se sabe que sobreviva ninguna copia. Se cree que el autor de esta conmovedora oración fue Dick Whitford, el monje brigittino a quien le encantaba llamarse a sí mismo "el desgraciado de Sion“. También ha dejado un pequeño volumen espiritual compilado para uso de los comulgantes, y en ocasiones se le ha nombrado como el verdadero autor de "The Fruyte of Redemcyon", una colección de oraciones que afirma haber sido compuesta por "Simón el Anker [Anchoret] de Londres Muro". Pero esta última obra es una interpretación aburrida y bastante indigna de Whitford. Con toda probabilidad debe haber muchos más de estos libros devocionales de los que nuestras bibliotecas han conservado rastros, para tales obras cuando no están protegidas por la abundancia o la belleza de sus ilustraciones (como fue el caso de muchas de las “Horae”) tienden a desaparecer por completo sin dejar rastro. El prefacio de uno de los primeros libros de oraciones “reformistas” en inglés (Certeine Prayers and godly meditacyons, 1538), aunque habla con desdén de esta literatura devocional, implica que incluso en England era grande y variada. “Estos libros (aunque abundaban en todos los lugares con infinitos errores y enseñaban oraciones hechas con perversa necedad tanto a Dios y también a sus sayntes) sin embargo, debido a que estaban adornados con títulos gloriosos y con letras rojas, prometiendo gracia y perdón (aunque fueran vanyte) han engañado dolorosamente a la multitud inculta. Uno se llama el Jardín del Alma, otro el Paraíso del Alma, y por ser breve, mira a tu sylfen, cuáles son los nombres que se les dan.
No nos ocupamos aquí de los libros de oraciones de los reformadores, pero puede que valga la pena señalar que, al igual que en Alemania los luteranos produjeron una versión modificada del "Hortulus Animse", por lo que en England fue el primer cuidado de Henry VIII y su vicario general, Thomas Cromwell, tras la ruptura con Roma, para sacar a la luz un nuevo conjunto de cartillas adaptadas al nuevo estado de las cosas. De hecho, incluso en 1532 Sir Thomas More en su “Confutación de la respuesta de Tyndale” pudo escribir sobre las obras devocionales producidas por herejes: “Y para que no nos falten oraciones, tenemos la Primero y el labrador Oración y un libro de otras pequeñas devociones y luego todo el Salterio también”. Estos, sin embargo, no podemos identificarlos. Más conocidos fueron los Manuales enmendados de Marshall y Hilsey (1534 y 1538), seguidos en 1545 por “The King's Primero", cual Henry VIII se supervisó a sí mismo. Por supuesto, la mayor parte de este material fue enteramente Católico e imitó en arreglo el de las “Horae”. Otros Manuales aparecieron bajo Eduardo VI en 1551 (en este caso el Ave María se omitió por primera vez) y 1553 (el último, omitiendo todas las referencias a las Horas, es simplemente un libro de oraciones privadas para cada día de la semana que comienza con Domingo), pero bajo Elizabeth en 1559 se restableció la disposición de las Horas e incluso el Oficio de Difuntos o “Dirige” (ver Clay, “Private Prayers”, Parker Sociedades). Pero las transformaciones de estas formas de libros devocionales privados son muy complejas y alternativamente se adaptaron para adaptarse a ellos. Católico y gusto protestante. Por ejemplo, el libro llamado “Pomander of Oración“, que se imprimió hacia el final de Henry VIIIEl reinado de María, con un fuerte matiz protestante, apareció de nuevo bajo María en una forma que bien podría ser utilizada por los católicos. Se puede señalar un punto de cierta importancia, y es: que hasta el incumplimiento con Roma El latín predominó, incluso en los libros publicados para uso de los laicos. El Pater, Ave y Credo, y el Salmos eran comúnmente dichas por la gente en latín y ninguna edición impresa de la Oficina del Bendito Virgin, o en otras palabras, no completamente inglés. Primero, se sabe que se publicó antes de 1534. Pero los libros de los últimos quince años del reinado de Enrique acostumbraron a la gente a orar en inglés, y bajo María hemos impreso Católico Cartillas tanto en latín como en inglés, y solo en inglés. Probablemente se pueda decir que a partir de ese momento los laicos sin educación, aunque católicos, rezaban casi exclusivamente en inglés.
Aunque un cambio similar en la dirección de la lengua vernácula, debido en gran medida a la misma causa, es decir, la influencia de los reformadores, estaba teniendo lugar en Alemania, Francia, y el NetherlandsSin embargo, los libros de oraciones más conocidos y populares introducidos en el siglo XVI aparecieron primero en latín. Las reformas iniciadas por el Consejo de Trento tuvo efecto práctico en la Bula de San Pío V, del 11 de marzo de 1571, que ordenaba una rigurosa censura de las “Horae” y “Hortuli” que contenían el Oficio del Bendito Virgen, prohibió las extravagancias y las espurias indulgencias que a menudo se encuentran en estos libros, prescribió un texto uniforme para el Oficio mismo y prohibió que se imprimiera en lengua vernácula. Podemos suponer que esta acción, si bien ocasionó la publicación de ediciones revisadas y corregidas (aunque no parecen haber sido numerosas), también ocasionó o al menos marcó una cierta repulsión de sentimiento contra el tipo de manual devocional así condenado. En cualquier caso, observamos la aparición en este mismo período de una serie de nuevos libros de oraciones, que en varios casos parecen haber sido diseñados para servir como manuales para las congregaciones de los Bendito Virgen que ahora estaban brotando en Alemania y en otros lugares como uno de los primeros frutos de la Contrarreforma y la actividad educativa de la Sociedad de Jesús. A este nuevo tipo de libro de oraciones hay que conectar, en primer lugar, el nombre de Bendito Pedro Canisio. Su actividad en este asunto no puede discutirse en detalle (cf. “Zeitschrift f. kat. Theol.”, 1890, XIV, pp. 727 ss.), pero podemos señalar que a su breve y ampliamente popular Catecismo se le añade una colección de oraciones. Se adjunta que produjo en 1556 sus “Lectiones et precationes ecclesiasticae” para uso de los estudiantes, y en 1587 su “Manuale Catholicorum”. Los padres Sailly y Veron, SJ publicaron otros libros de oraciones especialmente destinados al uso de los congregantes, y desde entonces han sido reimpresos e imitados con frecuencia. Un propósito similar parece haber predominado en la mente de Simon Verepwus, un sacerdote de Mechlin, quien en 1565 publicó una pequeña obra titulada "Precationum piarum Enchiridion", basada en parte en materiales dejados por Cornelius Liadano. El “Enchiridion” de Verepus se reimprimió con frecuencia y aparecieron varias ediciones en alemán. De otras obras extranjeras bastará mencionar aquí dos famosos libros de oraciones de origen alemán, ambos pertenecientes al siglo XVII y ambos aparecidos en lengua vernácula antes de ser publicados en ediciones latinas. El primero de ellos fue el “Paradisus Animm” compilado por Merlo Horstius, párroco de Colonia, cuya primera edición (alemana) apareció en 1644. La última fue la colección aún más famosa del padre William Nakatenus, SJ, conocida como “Coeleste Palmetum”. En el caso de ambas obras, su popularidad parece haberse debido en gran medida a la muy amplia gama de devociones que incluían, adaptadas a cada acontecimiento de la vida e incluyendo muchas letanías, pequeños oficios e instrucciones piadosas. En Francia Durante el siglo XVII podemos notar la introducción del "Paroissien", un libro que contenía una gran proporción de material litúrgico relacionado con la Misa y Vísperas para los domingos y fiestas, como también las Epístolas y los Evangelios, y con frecuencia mucha notación musical, pero sin excluir devociones privadas, métodos para escuchar la Misa, preparación para Confesión y Comunión, etc. La popularidad de esta obra (aunque su contenido ha variado mucho en diferentes períodos y en diferentes localidades) ha perdurado hasta los tiempos modernos.
Para el uso de los católicos ingleses durante los días de persecución, dos formas de libros de oraciones mantuvieron durante mucho tiempo una supremacía indiscutible. El primero de ellos fue simplemente una revisión del antiguo modelo anterior.Reformation Primero. Ese enérgico erudito publicó una edición importante de esto, la primera desde la época de la reina María. Richard Verstegan at Amberes en 1599 “para mayor utilidad”, como dijo, “de aquellos de la nación inglesa y otros que usan nuestro idioma y no entienden la lengua latina”. Con este objeto la Oficina del Bendito Virgin se imprimió tanto en latín como en inglés y el libro contenía una selección de himnos traducidos de manera bastante tosca al verso inglés, probablemente por el propio Verstegan. En otros aspectos, las principales características del antiguo Primero reaparecer. Contamos con el Oficio de Difuntos, Oficios de la Santa Cruz y del Espíritu Santo, las Letanías de los Santos, Siete Penitencial Salmos etc., pero las oraciones extravagantes de las primeras ediciones fueron eliminadas y las devociones de tipo más práctico, por ejemplo para Confesión y Comunión, etc., sustituidos en su lugar. Posteriormente apareció un número considerable de ediciones y el libro gozó de popularidad hasta finales del siglo XVIII. Otra revisión notable de la Primero tuvo lugar durante el reinado del rey Jaime II y más tarde, en 1706, las interpretaciones toscas de los himnos fueron reemplazadas por una versión quizás ejecutada por John Dryden. El otro libro de oraciones fue el “Manual de Oraciones y Ejercicios devotos, recopilado y traducido de diversos autores”, que parece haber sido impreso por primera vez en 1583. Si podemos aceptar las conclusiones del Sr. Joseph Gillow (The Ushaw Magazine, 1910), este libro también fue traducido por Verstegan y luego impreso por Flinton en la imprenta de Father Persons en Rouen. La obra original en la que se basó fue, sostiene el Sr. Gillow, el libro de oraciones de Verepus, del que tomó prestada su disposición según los siete días de la semana. Esta recopilación se hizo muy popular. Ya en 1584 lo encontramos mencionado entre una lista de Católico libros incautados en Hoxton y parece haber sido reimpreso con ciertas modificaciones en 1595, 1596, 1599 y 1604. La historia de las impresiones posteriores ha sido rastreada minuciosamente por el Sr. Gillow, quien afirma haber identificado setenta y dos ediciones diferentes. , pero cuya lista, sin embargo, no es del todo exhaustiva. Una importante revisión de la obra apareció bajo los auspicios de los jesuitas en 1652 (St. Omer) y otra publicada por orden de Su Majestad Jaime II en 1686. En 1729 salió a la luz en Londres en dos partes y en 1744 se imprimió una edición que afirmaba haber sido corregida y ampliada por Obispa Challoner, pero los cambios realizados fueron relativamente leves. Apareció también en 1811 y 1819 y por última vez en 1847. El atractivo del libro parece haber residido en la variedad de su contenido, y con el paso de los años se alejó mucho del tipo de colección de extractos. de los Padres y otros escritores devotos, que fue su característica principal en el siglo XVI.
Aún más famosa que el “Manual de Oraciones” es la obra compilada por Obispa Challoner en 1740 bajo el título de “El Jardín de la Soul “. El propósito que se persigue en esta nueva obra se indica en su subtítulo “un Manual de Ejercicios Espirituales e Instrucciones para los cristianos que, viviendo en el mundo, aspiran a la devoción”, y aunque, como advierte el Dr. Burton (Vida de Challoner, I, 127), el libro “después de 170 años ha sido editado hasta quedar irreconocible”, su popularidad fue adquirida originalmente cuando aún seguía siendo “una breve guía para la vida espiritual, que contiene no sólo oraciones, sino información, instrucciones y muchos consejos prácticos”. La séptima edición de “El Jardín de la Soul “, que apareció en 1757, fue “corregido y ampliado por el Autor” y esta es la forma final en que lo dejó; Las innumerables modificaciones a las que ha sido sometido desde entonces se han hecho enteramente según el capricho de los diferentes editores. Tanto antes como después del número de “El Jardín del Soul “, un gran número de otros Católico Los manuales de devoción han gozado de mayor o menor popularidad. En 1617 y 1618 tenemos “Un nuevo Manual de Antiguos Cristianas Católico Meditaciones y Oraciones” y “Manual de Oraciones utilizadas por los Padres de los Primitivos Iglesia”ambos compilados por Richard Broughton, un divino de Douai. Las “Devociones en la antigua forma de oficios” que fue redactada por Juan Austin antes de 1670, tuvo el honor de ser imitado y prácticamente pirateado por los anglicanos. El “Libellus Precum” fue una obra producida por los jesuitas ingleses en el siglo XVIII para uso de los congregantes en sus colegios y ha continuado en uso hasta el día de hoy. De la multitud de obras que llevan títulos como “Llave de Cielo“, “El Camino al Paraíso”, el “Manual Dorado”, el “Camino al Cielo”, etc., reproduciendo algunos de ellos nombres ya en uso en el siglo XVII, sería imposible hablar en detalle. En cuanto a la censura de los libros de oraciones, ya se ha dicho algo sobre la Motu Proprio de San Pío V (11 de marzo de 1571). La legislación más importante desde entonces es la de la Constitución “Officiorum et Munerum”, 25 de enero de 1897 (ver Censura de libros). El párrafo 20 de este documento establece en términos muy concisos que nadie debe publicar “libros vel libellos precum” (libros de oraciones o folletos), así como obras de devoción o instrucción religiosa, etc., aunque parezcan calculadas para fomentar la piedad, “ sin el permiso de la autoridad legal”, frase un tanto vaga que generalmente se interpreta en el sentido de que significa sin el visto bueno del ordinario: “de lo contrario”, añade el decreto, “tal libro debe considerarse prohibido”. También se han impuesto restricciones especiales en la misma Constitución (§ 19) a la publicación de nuevas letanías sin la revisión y aprobación del Ordinario. Además, desde entonces se ha decidido que incluso entonces las letanías que sólo cuentan con una aprobación episcopal de este tipo no pueden usarse para devociones públicas en las iglesias (ver Hilgers, “Der Index der verbotenen Bucher”, Friburgo, 1904; Vermeersch, “De prohibite et censura librorum”, 4ª ed., Tournai, 1906).
HERBERT THURSTON