

Eustaquio y sus compañeros, SANTOS, mártires bajo el Emperador Adriano, en el año 118. Fiesta, en Occidente, el 20 de septiembre; en Oriente, 2 de noviembre. Emblemas, un crucifijo, un ciervo, un horno.
La leyenda relata que Eustaquio (antes del bautismo, Placidus), un general romano bajo Trajano, siendo todavía pagano, vio un ciervo que venía hacia él con un crucifijo entre los cuernos; oyó una voz que le decía que iba a sufrir mucho por causa de Cristo. Recibió el bautismo junto con su esposa Tatiana (o Trajana, después del bautismo, Teopista) y sus hijos, Agaplus y Theopistus. Se dice que el lugar de la visión fue Guadagnolo, entre Tibur y Praeneste (Tivoli y Palestrina), en las proximidades de Roma. Por desgracia la familia se dispersó, pero luego se reunió. Por negarse a sacrificar a los ídolos después de una victoria, sufrían la muerte en un toro de bronce acalorado. Baronius (Ann. Eccl., ad an. 103, 4) lo identificaría con Plácido mencionado por Josefo Flavio como general bajo Tito.
Las Actas son ciertamente fabulosas y recuerdan la historia similar de los Reconocimientos Clementinos. Son una producción del siglo VII, y fueron utilizadas por San Juan Damasceno, pero la veneración del santo es muy antigua tanto en la Iglesia griega como en la Latina. Se le honra como uno de los Santos Auxiliadores, se le invoca en situaciones difíciles y es patrón de la ciudad de Madrid y de los cazadores. La iglesia de Sant' Eustaquio en Roma, título de cardenal-diácono, existía en 827, según el “Pontificado Liber“, pero quizás ya en la época de Gregorio el Grande (m. 604). Afirma poseer las reliquias del santo, algunas de las cuales se dice que están en St-Denis y St-Eustache en París. Una isla en las Antillas Menores y una ciudad en Canada llevar su nombre.
FRANCISCO MERSHMAN