
DÍA 207
RETO
“¿Por qué no podemos explicar la Resurrección diciendo que los discípulos simplemente fueron a la tumba equivocada, una tumba que estaba vacía?”
DEFENSA
Hay múltiples problemas con esta hipótesis.
Primero, los Evangelios indican que las mujeres que visitaron la tumba también fueron testigos oculares del entierro, e incluso nombran a las mujeres involucradas (Mateo 27:61; Marcos 15:47; cf. Mateo 28:1, Marcos 16:1). Las mujeres supieron así dónde estaba enterrado Jesús.
En segundo lugar, la ubicación de la tumba era públicamente conocida. Fue en el lugar donde Jesús fue crucificado (Juan 19:41–42), por lo que las mujeres simplemente tuvieron que regresar al lugar de la Crucifixión.
En tercer lugar, se conocía al dueño de la tumba. Fue José de Arimatea, quien también había realizado el entierro (Mateo 27:57–60; Marcos 15:43–46; Lucas 23:50–53; Juan 19:38–42). Si hubiera habido alguna duda al respecto, se habría disipado consultando con él.
Cuarto, Mateo indica que se colocó un guardia en la tumba (Mateo 27:62-66), que también sirvió para marcar el lugar.
Quinto, la hipótesis de la tumba equivocada explica a lo sumo cómo los discípulos pudieron haber pensado inocentemente que la tumba de Jesús estaba vacía en la mañana de la Resurrección. Sin embargo, implica que el cuerpo de Jesús permaneció en su propia tumba, y una vez que los discípulos comenzaron a proclamar la Resurrección, las autoridades judías simplemente habrían ido a la tumba correcta (realizando una búsqueda de entierros recientes si fuera necesario) y presentado el cadáver de Jesús.
Sexto, esta hipótesis no explica por qué los discípulos habrían pensado que Jesús había resucitado. Los discípulos no esperaban que ocurriera una resurrección en su propio tiempo. Consideraban la resurrección de los muertos como algo que sucedería en el último día (Juan 6:39–40, 11:24).
En séptimo lugar, los evangelios registran que cuando los discípulos encontraron la tumba vacía no llegaron a la conclusión de que Jesús había resucitado. La primera interpretación fue que alguien había movido el cuerpo de Jesús (Juan 20:2-13), que era como interpretaría el descubrimiento un judío que creía en la resurrección de los últimos días.
En octavo lugar, la hipótesis de la tumba equivocada no explica en absoluto cómo los apóstoles pudieron haber pensado inocentemente que habían visto a Jesús vivo después de la crucifixión. Si el cuerpo de Jesús todavía yacía en su tumba, ¿por qué los discípulos afirmaban verlo, conversar con él e interactuar físicamente con él?