
DÍA 152
RETO
“La matanza de los bebés varones de Belén por parte de Herodes (Mateo 2:16) es un mito. No tenemos ningún registro histórico de que esto realmente haya sucedido”.
DEFENSA
Tenemos un registro de ello, y el acto está enteramente en consonancia con el carácter de Herodes el Grande.
El Evangelio de Mateo es en sí mismo un registro. No puede simplemente dejarse de lado basándose en el principio de “falso hasta que se demuestre que es cierto”. Los eruditos no rechazan reflexivamente lo que dicen las fuentes antiguas, particularmente cuando encaja con hechos conocidos.
Aunque no tenemos un registro no cristiano de este evento, no esperaríamos tenerlo. Belén era pequeña (Miqueas 5:2), y en los días de Jesús su población oscilaba entre 300 y 1,000 habitantes. El número de varones menores de dos años probablemente no superaba los 25 o 30; quizás no más de 6 o 7 (Paul Maier, “Herod and the Infants of Bethlehem”, 177–178, en Jerry Vardaman, ed., Chronos, Kairos, Christos II). Dada la pequeña escala del evento, la mayoría de las personas fuera de Belén no se habrían dado cuenta.
No tenemos ninguno de los registros judiciales de Herodes, y el conocimiento que tenemos de sus actos es irregular, ya que se deriva principalmente de Josefo, quien nació décadas después de la muerte de Herodes. Aunque Josefo menciona brevemente a Jesús en un par de pasajes, es poco probable que hubiera mencionado un evento pequeño como la matanza de inocentes, si fuera siquiera consciente de ello.
A pesar de esto, la historia encaja con lo que se sabía sobre Herodes. Durante la última parte de su reinado se volvió paranoico y obsesionado con mantener el poder. Vio complots por todas partes y, en consecuencia, ejecutó a su esposa favorita y a tres de sus hijos. Así, César Augusto supuestamente bromeó: “Es mejor ser cerdo que hijo de Herodes” (Macrobio, Saturnalia 2:4:2); el chiste es que, como judío, Herodes no comería cerdo y su cerdo sería seguro.
Se sabe que Herodes ordenó ejecuciones masivas. A medida que se acercaba su propia muerte, hizo confinar a un gran número de hombres prominentes en un estadio y ordenó que los mataran para que todas las familias lloraran su muerte (Josefo, Antigüedades de los judíos 17:6:5–6).
Afortunadamente, esta orden fue desobedecida cuando murió, pero aún estaba vivo cuando se produjo la masacre de los inocentes, y esa orden se cumplió. Es precisamente lo que esperaríamos de Herodes al saber que había nacido un bebé que tenía un derecho rival al trono judío.