
DÍA 340
RETO
“La Biblia originalmente enseñaba la reencarnación, pero los pasajes relevantes fueron eliminados por el Concilio de Nicea”.
DEFENSA
Esta afirmación no es creíble por numerosas razones.
Primero, los registros supervivientes del Primer Concilio de Nicea (325 d. C.) y el Segundo Concilio de Nicea (787 d. C.), así como los escritos de quienes participaron en ellos, no dan ninguna indicación de que el tema de la reencarnación fuera siquiera discutido. mucho menos se contemplaba algo tan dramático como sacar pasajes de la Biblia.
En segundo lugar, los padres de estos concilios consideraban las Escrituras como la palabra inspirada de Dios (cf. 2 Tim. 3:16). No estaban dispuestos a cortarle pasajes. Hacerlo sería cortejar la condenación eterna.
En tercer lugar, incluso si hubieran querido hacer esto, no tenían ninguna capacidad. Cuando se reunieron los concilios, había miles de copias de las Escrituras en circulación y no había ningún registro central que les permitiera recorrer y recortar los pasajes ofensivos. Habría sido físicamente imposible emprender la tarea.
Cuarto, si lo hubieran intentado, habría causado un tremendo revuelo y tendríamos registros del intento. Al igual que los padres conciliares, los cristianos corrientes valoraban las Escrituras como la palabra de Dios, y si alguien hubiera intentado apoderarse de ellas y mutilarlas, el clamor habría sido ensordecedor.
Quinto, cualquier intento de este tipo habría sido precedido y seguido por un feroz debate teológico sobre la reencarnación, con diferentes grupos tomando lados diferentes. Así tendríamos un registro de este debate de la misma manera que tenemos registros de los otros debates teológicos del período.
Sexto, ya se habían perdido copias de las Escrituras en las arenas de Egipto y en las bibliotecas de los monasterios, esperando ser redescubiertas por arqueólogos e historiadores modernos. Los padres conciliares no habrían podido tocar estas copias perdidas que ahora tenemos, y ninguno de ellos enseña la reencarnación.
En séptimo lugar, este desafío pasa por alto lo obvio: la visión cristiana de la otra vida era la resurrección, como lo demostró la Resurrección de Jesús. Los cristianos entendieron que su resurrección marcó el modelo para nosotros, por lo que nosotros también resucitaremos (1 Cor. 15:1–49), no reencarnaremos (Heb. 9:27).
TIP
Para más información sobre la Iglesia primitiva y la reencarnación, consulte Jimmy Akin, Los padres saben más, capítulo 59.