
DÍA 355
RETO
“La gente no debería legislar sus puntos de vista religiosos. Vivimos en una democracia y no todos tienen la misma religión”.
DEFENSA
Este desafío es problemático por varios motivos.
En primer lugar, supone que la gente en una democracia no debería votar según sus creencias. Esto es falso. Las democracias existen precisamente para permitir que las personas expresen su voluntad sobre cómo debe gobernarse la sociedad. Decir que no deberían votar su voluntad simplemente porque está informada por sus puntos de vista religiosos y otros no están de acuerdo con esos puntos de vista, es contrario a la empresa fundamental de la democracia.
No aceptaríamos el mismo argumento en un campo diferente (por ejemplo, la gente debería abstenerse de votar basándose en sus puntos de vista científicos porque otras personas no están de acuerdo con esos puntos de vista), y no deberíamos aceptarlo aquí.
En segundo lugar, que la gente vote por sus opiniones religiosas ha hecho mucho bien. En muchos países, la oposición legal a la esclavitud, el racismo y la pobreza ha estado motivada por las creencias religiosas de la gente. No diríamos que personas motivadas de esta manera deberían haberse abstenido de votar porque otros no estaban de acuerdo con sus puntos de vista religiosos sobre estos asuntos.
En tercer lugar, si bien la libertad religiosa de los demás debería ser respetada y protegida por la ley en muchas situaciones, este principio no es absoluto. A veces las creencias religiosas de un grupo se oponen directamente al bien común. Si la familia Manson creía que estaba bien matar a personas al azar en Los Ángeles, o si los musulmanes yihadistas creen que está bien atacar a civiles inocentes en Nueva York, eso no significa que estemos obligados a permitirles hacer estas cosas.
Cuarto, a veces es imposible que la ley tenga en cuenta diferentes puntos de vista religiosos porque lo que exige una religión está prohibido por otra.
En quinto lugar, afirmar que algo es una “cuestión religiosa” es a menudo una artimaña utilizada para evitar tener que abordar los méritos del caso. Por ejemplo, los activistas pro-aborto suelen afirmar que el aborto es una cuestión religiosa. Si bien, como ocurre con cualquier tema, las personas pueden tener opiniones religiosas con respecto al aborto, la verdad es que es una cuestión de derechos humanos que se puede discutir sin ninguna referencia a la religión (ver Día 70).
En tales casos, la afirmación de que no se deben legislar opiniones religiosas es una distracción de los argumentos en cuestión. Es un obstáculo para la conversación que se utiliza para evitar que se exploren los méritos de una pregunta.