
DÍA 294
RETO
“¿Por qué debería escuchar lo que dice un concilio de la Iglesia?”
DEFENSA
"Porque las Escrituras apoyan el papel de los concilios de la Iglesia".
Jesús no se reservó la autoridad de enseñar para sí mismo, sino que la asignó a los líderes que puso a cargo de su Iglesia (ver Día 281). Así creó un Magisterio (en latín, “autoridad docente”) dentro de su Iglesia.
Generalmente este Magisterio es ejercido personalmente, por individuos (originalmente por los apóstoles y luego por los obispos que los sucedieron). Pero también es voluntad de Dios que, cuando la ocasión lo requiera, el Magisterio se ejerza de forma colectiva.
Vemos un ejemplo de esto en las Escrituras cuando surge una disputa en la comunidad cristiana de Antioquía sobre si los gentiles necesitan ser circuncidados para ser salvos (Hechos 15:1).
Pablo estuvo involucrado en esta disputa (Hechos 15:2) y, como apóstol, fue capaz de enseñar con autoridad sobre este punto. Sin embargo, fue la voluntad de Dios que el asunto se abordara de manera colectiva. Así, la iglesia de Antioquía envió una delegación, incluido Pablo, a la iglesia de Jerusalén. Pablo afirma que, en esta ocasión, “subí por revelación” (Gálatas 2:2), sugiriendo que el impulso para la consulta vino directamente del Espíritu Santo.
Cuando llegó la delegación, los apóstoles y los ancianos celebraron un concilio para considerar la cuestión (Hechos 15:6-21). Después de revisar el asunto, incluyendo lo que Dios ya había revelado a través del ministerio de Pedro (Hechos 10-11), se concluyó que los gentiles no necesitan ser circuncidados para ser salvos, y se ideó un plan pastoral sobre cómo los judíos y los gentiles podrían vivir en armonía. en la iglesia.
Luego enviaron una delegación de regreso a Antioquía junto con una carta anunciando los resultados del concilio (Hechos 15:22-31). Particularmente digna de mención es esta frase de la carta: “Nos ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponeros ninguna carga mayor que estas cosas necesarias” (v. 28).
Por lo tanto, los padres del concilio vieron que el Espíritu Santo obraba a través de sus deliberaciones y validaba los resultados del concilio, aunque Lucas no da ninguna indicación de que se recibieran revelaciones durante el mismo.
Dado que las Escrituras revelan que es la voluntad de Dios que el Magisterio de la Iglesia a veces se ejerza de esta manera, el concilio de Jerusalén se convirtió en el modelo para todos los concilios de la Iglesia posteriores.