
DÍA 286
RETO
"La gente no necesita ser bautizada, sólo nacer de nuevo".
DEFENSA
Las Escrituras enseñan que las personas nacen de nuevo en el bautismo.
La frase traducida “nacer de nuevo” aparece en Juan 3:3, donde Jesús le dice a Nicodemo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (KJV). En griego la frase implica un juego de palabras. La palabra para “otra vez” es anōthen, que puede significar “otra vez” o “desde arriba”. El punto es que uno debe recibir un segundo nacimiento y este nacimiento debe ser de Dios.
El contexto revela cómo ocurre el segundo nacimiento. Aclarando su declaración inicial, Jesús le dice a Nicodemo: “el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). La referencia al agua y la acción del Espíritu indica el bautismo (Juan 1:33).
Jesús espera que Nicodemo ya esté familiarizado con este concepto (Juan 3:10), lo que sugiere un trasfondo del Antiguo Testamento para su enseñanza. Así, Ezequiel 36:25-27 dice que en la restauración de Israel Dios rociará agua limpia sobre las personas, les dará un corazón nuevo y pondrá su Espíritu dentro de ellas para que puedan guardar sus mandamientos, todos los cuales apuntan al bautismo cristiano.
Además, en el versículo inmediatamente después de la conversación de Jesús con Nicodemo, Juan nos dice: “Después de esto, Jesús y sus discípulos fueron a la tierra de Judea; allí permaneció con ellos y bautizó” (Juan 3:22). A esto, a su vez, le sigue una controversia provocada por el comienzo de Jesús a bautizar (Juan 3:23–4:3). La conversación con Nicodemo plantea la controversia.
Todo esto indica “nacer de nuevo” en el bautismo. Esto lo confirman otros pasajes que vinculan la recepción de la nueva vida y la regeneración con el bautismo.
Por eso Pablo les dice a los romanos: “¿No sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? Por tanto, fuimos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, para que, como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida” (Romanos 6:3-4). Y Pablo le dice a Tito que “nos salvó, no por nuestras obras de justicia, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).
Esta misma comprensión es confirmada por los Padres de la Iglesia (ver Día 287).