
Día 20
RETO
“El bautismo no es necesario para la salvación. Es un ritual simbólico que representa un cambio interior que ya ha tenido lugar”.
DEFENSA
El Nuevo Testamento vincula el bautismo con la salvación. El bautismo no es sólo un ritual. Comunica las gracias de Dios, como el perdón de los pecados y el don del Espíritu Santo. Así, Pedro dijo a la multitud el día de Pentecostés: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38). De manera similar, cuando se convirtió a la fe, a Pablo se le dijo: “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16). En sus cartas, Pedro relacionó explícitamente el bautismo con la salvación. Comparando el bautismo con la salvación de ocho personas en el Arca de Noé, escribe: “El bautismo, que corresponde a esto, ahora os salva, no como una eliminación de la suciedad del cuerpo, sino como un llamamiento a Dios para una conciencia limpia, mediante la resurrección. de Jesucristo” (1 Pedro 3:21). El bautismo no salva porque nos hace físicamente más limpios, dice. Más bien, “ahora os salva” porque implica “un llamado a Dios para tener una conciencia limpia”, que nos es concedida “mediante la resurrección de Jesucristo”. El Nuevo Testamento también indica que el bautismo es el medio por el cual somos regenerados o “nacidos de nuevo”. Jesús enseñó: “De cierto, de cierto os digo, que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. . . . El que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3, 5). Pablo está de acuerdo, diciendo que “nos salvó, no por nuestras obras de justicia, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5). El bautismo nos coloca así en estado de salvación.
TIP
El bautismo es una necesidad normativa pero no absoluta. Rechazar deliberadamente el bautismo es rechazar la salvación en los términos que Dios la ofrece, pero Dios puede salvar a aquellos que no son bautizados sin culpa alguna (CIC 1257–61).